viernes, 4 de octubre de 2013

Las impulsadoras de cerveza

Eran exactamente las doce del día, hora a la cual habían convocado a las chicas para la reunión de "trabajo". Aunque, claro, no todas tenían claro de qué se trataba, qué tenían que hacer, cuánto les pagarían...

El lugar era el Hotel el Quijote, centro de Cuenca. Al rededor de unas veinte chicas se habían dado cita, nerviosas, emocionadas, dudosas. Subieron al segundo piso en donde las esperaban tres personas, un joven que hacía de fotógrafo,  un señor representante de brahma y budweiser; y una señora de cabello rubio teñido, labios bien pintados, cejas delineadas y tacones. 

Ingresaron a una sala grande, semi vacía muy hermosa como de las casa antiguas de la ciudad. Habían espejos, balcones y al fondo en un lugar un poco elevado del suelo estaba colocada una mesa con dos sillas. Ahí se situaron quienes iban a dar las instrucciones y a un costado el fotógrafo de pie. 
Las mujeres eran todas jóvenes, se habían maquillado hasta las orejas y vestidas como para ir a una fiesta, de segura más de una fue aquel día a la peluquería. Por fortuna, habían unas cuatro chicas que se habían presentado tal y como eran, incluso con sus mochilas, pensando que tal ves podría ser un trabajo para obtener experiencia, aprender, desarrollarse, conocer y ser remuneradas por un  buen desempeño intelectual. 

El señor dio algunas explicaciones, lo que dijo en breves rasgos era que tenían el objetivo de que las cervezas nombradas se consuman más, que ellas debían convencer a la gente de las cualidades de las cervezas, sobretodo de brahma. Aseguró que no daba resaca, que tenía menos químico, que era más económica, etc

Luego vinieron las sugerencias de la rubia mayor, ella las llamo impulsadoras  y dijo: "deben conocer perfectamente las características de la cerveza así como saben el número del novio, así como conocen las cualidades del novio". En efecto, quiso hacer una broma porque las asistentes rieron. Pero tristemente una de las asistentes era yo y no,  no había gracia alguna. Decir algo así implica que el más fuerte conocimiento que alguna de nosotras podía tener era el "número del novio".

Y pensar en todas esas mujeres que habían luchado en medio de una sociedad machista, en las mujeres que habían luchado por la equidad de género, el derecho a estudiar, el derecho a sufragar... Ahora ya se imaginarán con que ropa más provocativa las harán vestir, como tendrán que peinarse y hasta como deben convencer. 


No es cuestión de satanizar el modelaje, el maquillaje o la actividad que a una mujer le de la gana de hacer. Como dice Susan Sontag "no está mal ser bella; lo que está mal es la obligación de serlo". ¿Por qué no habían llamado a varones? y en caso de que hubieran ¿por qué ellos no usan tanto maquillaje, tanta máscara? Es este sistema el que obliga a la mujer a buscar un patrón al cual seguir. Sin darse cuenta actúa pensando en cómo va a ser juzgada, juzgada por el pensamiento de un hombre ya hasta parece que las propias mujeres han adoptado esa misma manera de mirar.




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